En esta página puede obtener un análisis detallado de una palabra o frase, producido utilizando la mejor tecnología de inteligencia artificial hasta la fecha:
La Bastilla (pronunciación en francés: /bastij/) era una fortaleza que protegía el costado oriental de la ciudad de París conocida formalmente como la Bastilla Saint-Antoine o Bastida de Saint-Antoine.[1] Desempeñó un papel importante en los conflictos internos de Francia y por la mayor parte de su historia fue usada como una prisión estatal por los reyes de Francia. Fue tomada por una multitud el 14 de julio de 1789 durante la Revolución francesa, convirtiéndose en un símbolo importante del movimiento republicano francés. Tiempo después fue demolida y reemplazada por la Plaza de la Bastilla.
La Bastilla fue construida para defender el acceso oriental de la ciudad de París de la amenaza inglesa en la Guerra de los Cien Años. Sobre un primer edificio existente en 1356 como bastión de entrada en las murallas de París, la construcción principal ocurrió a partir de 1370 creando así una fortaleza sólida con ocho torres que protegían la entrada estratégica de la Porte Saint-Antoine en el borde oriental de París.[1] El diseño innovador fue influencia tanto en Francia como en Inglaterra y fue ampliamente copiado. La Bastilla tuvo una destacada participación en los conflictos domésticos de Francia incluyendo la lucha entre las facciones rivales del Ducado de Borgoña y la Casa de Armagnac en el siglo XV, además de las Guerras de religión en el siglo XVI. La fortaleza fue declarada una prisión estatal en 1417; este papel fue expandido primero debido a los ocupantes ingleses de las décadas de 1420 y 1430 y después por Luis XI en la década de 1460. Las defensas de La Bastilla fueron fortificadas en respuesta a las amenazas Inglesa e Imperial durante la década de 1550 con un bastión construido al este de la fortaleza. La Bastilla desempeñó un papel clave en la rebelión de la Fronda y la batalla del arrabal de Saint-Antoine, que se peleó debajo de sus muros en 1652.
Luis XIV usó la Bastilla como una prisión para miembros de clase alta francesa que se oponían a él o que lo hacían enfadar incluyendo, después de la revocación del Edicto de Nantes, a los protestantes franceses. A partir de 1659 y en adelante, la Bastilla funcionó principalmente como una penitenciaría estatal; para 1789, 5279 prisioneros habían pasado por sus puertas. Bajo el mando de Luis XV y XVI, la Bastilla fue usada para la detención de prisioneros de diversos orígenes, además para apoyar las operaciones de la policía parisina, especialmente para aplicar la censura del gobierno hacia la imprenta. Aunque los reclusos vivían en relativamente buenas condiciones de vida, la crítica hacia la Bastilla creció durante el siglo XVIII, exacerbada por las autobiografías de antiguos prisioneros. Se implementaron reformas y los números de prisioneros se redujeron considerablemente. En 1789, la crisis financiera gubernamental y la formación de la Asamblea Nacional dieron lugar al aumento de sentimientos republicanos entre los ciudadanos. El 14 de julio, la Bastilla fue tomada por una multitud revolucionaria, principalmente formada por residentes del Faubourg Saint-Antoine, que buscaba apropiarse de la valiosa pólvora mantenida dentro de la fortaleza. Se encontraron siete prisioneros restantes que fueron liberados. Además, el gobernador de la Bastilla, Bernard-René de Launay, fue asesinado por la multitud. La Bastilla fue demolida por orden del Comité del Hôtel de Ville. Recuerdos de la fortaleza fueron transportados alrededor de Francia y fueron desplegados como íconos del despotismo derrocado. En el transcurso del siguiente siglo, el sitio y legado histórico de la Bastilla destacaron notablemente en la revolución francesa de 1830 y la de 1848, protestas políticas y ficción popular, además de mantenerse como un símbolo importante del movimiento republicano francés.
Casi nada se mantiene de la Bastilla excepto por algunos restos de sus cimientos de piedra que fueron reubicados al Boulevard Henri IV. Algunos historiadores criticaron a la Bastilla al inicio del siglo XIX y creían que la fortaleza fue una institución relativamente bien administrada, pero demasiado implicada en el sistema francés policial y de control político durante el siglo XVIII.